17 de julio de 2013

Puerto Pizarro: mareas, cocodrilos y manglares


Puerto Pizarro nos había ofrecido una grata bienvenida, en el hospedaje y en el resturante nos habían atendido más que bien y luego de una noche de descanso ya estábamos preparados para continuar nuestro camino. ¡Ecuador, allí vamos! Pero antes hay que tomar desayuno.

Salimos del hospedaje y fuimos a buscar dónde comer. Era temprano y todo parecía estar cerrado. Decidimos dar una vuelta por la plaza. Un chico de unos 16 años se nos acercó y dijo: No desean visitar los manglares. Ir a los manglares no estaba en nuestros planes, sólo estábamos de paso. Nos negamos, pero seguía insistiendo, al final le dije que iríamos luego de desayunar y empezamos a caminar, nos siguió, eso me incomodó un poco. Cruzando la plaza encontramos un lugar abierto, una señora estaba barriendo afuera, le preguntamos si tenían desayuno, pensó un rato y nos dijo que sí. Pasamos al lugar y por fín nos deshicimos del muchacho del tour. 

Al entrar al restaurante nos dimos cuenta que quien barría era también la dueña del local. El lugar aún no estaba abierto, la señora solo estaba limpiando un poco. No tenían nada preparado para ofrecernos. Lo supimos porque luego de pedir lo que queríamos la señora salió a comprar el pan y papaya para el jugo que habíamos pedido. Nuevamente gozamos de esa disposición de la gente de Puerto Pizarro por hacer sentir bien a los visitantes, en otros lugares la respuesta habitual hubiera sido decirnos que aún no estaban atendiendo.

Mientras preparaban el desayuno, salí para tomar unas fotos al terminal pesquero, y vaya sorpresa, el chico del tour nos estaba esperando afuera y nuevamente insistió con el paseo por los manglares. Le dije que nos espere que íbamos a pensar si ir o no. Fui al terminal y los pescadores estaban descargando pescado, habían muchos botes en el agua, pelícanos nadando y fragatas volando por doquier. Allí se me acercó un señor, ofreció llevarnos a los manglares y me explicó el recorrido, eran 2 lugares menos de los que había mencionado el chico del tour, pero también costaba 50 soles menos. Me quedé pensando y le dije que le avisaría. Regresé a desayunar.

La cantidad de fragatas volando era impresionante.



Le pregunté a mi esposa si quería conocer los manglares, no estábamos muy animados, no le encontrábamos el atractivo a ver plantas que crecían en el lodo. La señora del desayuno se nos acercó y nos habló sobre los manglares, nos explicó también el porqué de las diferencias de precio y nos aconsejó que siempre pidiéramos rebaja. Lo que nos dijo la señora nos animó a ir y decidimos tomar el tour con el chico, "a cuánto nos dejas, mira que solo somos tres" ─le dijimos.

Lo que hay que saber sobre los tour a los manglares

Hay un gran oferta de tours para ir a los manglares, con precios que van desde los 30 hasta los 80 soles, el precio es independiente del número de personas que van en la embarcación, en otras palabras, van a cobrar los mismo si van 2 o si van 10. Si en su grupo son pocos, sería buena idea juntarse con otros visitantes para reducir el costo por persona.

Los precios también determinan lo siguiente: el tamaño del bote, el recorrido y si te esperan o no cuando bajas a las islas. A los botes los podemos dividir en grandes (de 8 a más personas) y pequeños (menos de 6 personas), obviamente los botes grandes cobran más y también son los que usualmente te llevan a recorrer más lugares.

Diferentes tamaños de botes para el tour.

El recorrido completo incluye los siguientes lugares:

  • la bahía
  • los manglares
  • el criadero de cocodrilos
  • la isla de los pájaros
  • la desembocadura del río
  • la isla del Amor 
  • la isla Hueso de Ballena 

Al elegir el tour hay que tener en cuenta a qué lugares te llevarán. Los tours que cuestan menos no te llevan a los lugares lejanos (criadero de cocodrilos e isla de los pájaros). Las personas que ofrecen los tours te enumeran los lugares que visitarán, lo malo es que no te dicen a qué lugares no te van a llevar y con ello puedes llegar a creer que conocerás todo por un bajo precio, y luego cuando te enteres que había más puntos que visitar pienses que te han engañado. Pero no, no te han engañado, al fin y al cabo el tour te costó menos, simplemente te han ofrecido un recorrido express. Así que si no te llaman la atención los cocodrilos y las aves, puedes tomar un tour corto y de paso ahorrar unas monedas.

El tour suele durar entre 1 y 3 horas, eso incluye bajar en alguna de las dos islas, ya sea para comer o para estar un rato en la playa (la verdadera playa de Puerto Pizarro está en las islas) y el bote se quedará a esperar. Los tours económicos te permiten bajar, pero no suelen esperar mucho.

Otro factor importante a tener en cuenta antes de visitar los manglares es el de las mareas. Estas cambian cada 6 horas y es mejor ir cuando recién llega la marea alta, recuerden que el tour toma entre 1 a 3 horas y si salen cuando está por llegar la marea baja el bote no podrá navegar con facilidad. Dicen que la bahía queda completamente seca dejando sólo una par de canales de poco más de un metro de ancho, yo no pude quedarme a comprobar eso.

Las mareas son importantes para navegar a través de los manglares. Poco a poco va quedando todo seco, lo que les permite caminar a esas pequeñas aves.

Y por último antes de subir al bote hay que pagar S/. 1.00 por el uso del embarcadero y S/. 3.50 por el boleto de ingreso al criadero de cocodrilos.

El paseo por los manglares

Subimos al bote, era uno grande y justo cuando el motor echo a andar una familia subió al bote que teníamos al lado, de haberlos visto antes les hubiera sugerido para unirnos y pagar menos. El conductor del bote era el mismo chico que nos ofreció el tour. Por un momento pensé que sería un paseo silencioso; pero luego de un súbito cambio de voz nuestro conductor empezó a describirnos la ruta con la típica forma de hablar, monótona y sin entonación alguna, que tienen aquellos guías de turismo que ya tienen un discurso aprendido de memoria.

No le prestaba mucha atención a lo que decía, hasta ese momento sólo era información precisa sobre lo que veíamos a nuestro alrededor, nada que no se pueda averiguar en Internet. Pero a medida que íbamos avanzando y luego de hacerle unas cuantas preguntas, algunas sobre los manglares y otras personales, se rompió el hielo, y volvió a hablarnos con su voz natural y lo que al principio era la típica descripción de un guía se convirtió en una conversación. El nombre de nuestro guía era Julián.

Primero dimos una vuelta por la bahía, Julián nos explicó que el agua era 60% agua dulce y 40% agua de mar y que esa mezcla permitía que se desarrolle el árbol de mangle, que a su vez servía de hábitat para muchas especies como las conchas de abanico, los cangrejos araña, algunos bichos e insectos, las aves de los manglares y finalmente iguanas. Y del mismo modo, todo este ecosistema se cerraba en una gran cadena alimenticia, las conchas comen de lo que encuentran en el lodo, los cangrejos se comen a algunas conchas y también a los bichos e insectos, las aves se comen a los cangrejos y las iguanas se comían los huevos de las aves, al final aves e iguanas morían para caer al lodo y convertirse en comida de cangrejos, conchas, bichos e insectos. Vaya círculo de la vida.

Luego entramos por un canal rodeado de mangles que se fue convirtiendo en un túnel natural, la experiencia fue sobrecogedora, dejas atrás el barullo del puerto y ahora solo escuchas a las aves, el agua cortada por la quilla del bote y el sonido del motor, la luz iba atenuándose a medida que los mangles rodeaban el canal, era como entrar en una de selva inexplorada donde sólo se escucha el lenguaje de la naturaleza. Una bonita sensación que se vio interrumpida por un barco en ruinas encallado en el lodo junto a una construcción de maya metálica y unos postes de alta tensión, toda la paz y armonía de la naturaleza se vinieron abajo.

Entrando a los manglares.

Túnel de mangles.

A pesar de arruinar la armonía del lugar salió una buena foto.

Y si se han preguntado por qué siempre cuento las aventuras en plural, pues allí estamos. Yesy, mi esposa y nuestra hija Camila, una pequeña viajera que ya empezó a recorrer el Perú desde los tres meses.

La primera parada fue el criadero de cocodrilos. Para ser honesto, siempre creí que en el Perú sólo habían caimanes, sin embargo, también hay cocodrilos. Julián nos explicó algunas de las diferencias. También nos contó que en esta zona no hay cocodrilos silvestres, porque los pescadores los matan. Todos los que existen están dentro de este criadero. Es una verdadera lástima que no podamos convivir en armonía con estos magníficos reptiles.

Bajamos del bote y entramos al criadero, Julián se quedó esperando en el pequeño muelle. Nuestra primera impresión fue la de por qué nos cobran la entrada si no había nadie que recibiera los boletos. Estuvimos como 10 minutos buscando a alguien para mostrar los boletos y para que nos mostraran el lugar. Nadie nos atendía y empezamos a recorrerlo por nuestra cuenta, en eso se nos acerca un señor con muy mal humor pidiendo nuestros boletos y regañándonos por entrar sin presentarlos. Le preguntamos quién nos podía guiar en el lugar y nos respondió que no había guías y que el recorrido es por nuestra cuenta. Gracias a los letreros informativos dedujimos que a los cocodrilos los tienen separados por edad en diferentes estanques. Luego, ya en Lima, nos enteramos que sí hay guías y que además uno se puede tomarse fotos sosteniendo a los cocodrilos pequeños. Este señor mal humorado trajo abajo la hospitalidad que Puerto Pizarro nos había ofrecido hasta el momento.



Este era el más grande, más de cuatro metros de largo.

La siguiente parada fue la Isla de los pájaros. Una isla formada por mangles y muy bulliciosa, no existe tierra visible en este lugar, y las aves viven sobre los árboles. Las embarcaciones suelen pegarse a los árboles para ver de cerca a las aves e, increíblemente, estas no salen volando, se quedan allí para que podamos observarlas y están tan cerca que es posible tocarlas. Julián nos contó que las aves prefieren habitar en esta isla porque es un refugio natural donde las iguanas no pueden comer sus huevos. La variedad de aves es enorme: fragatas, cormoranes, garzas blancas, azules y negras, gaviotas, y otras aves que ya olvidé como se llamaban.

Garza azul.

Fragata anidando.


Dejamos a las aves y nos dirigimos a la desembocadura del río, el lugar donde se mezclan las aguas. La marea ya estaba bajando y nos permitió apreciar como es que se crecen los mangles. Las semillas son como lápices que cuelga de forma vertical. Si cae cuando hay marea alta es una semilla perdida; pero si cae en marea baja esta semilla se clava en el lodo y empieza a echar raíces para crecer. El mangle es un árbol que está suspendido en el aire, el tronco casi nunca toca tierra, algunos tienen raíces aéreas que les permiten respirar, pero la mayoría tiene sus raíces sumergidas en el agua y solo se pueden ver cuando la baja marea .

Esa es la ocasión que los recolectores aprovechan para extraer las conchas de abanico y algunos cangrejos que viven en las raíces de los mangles. Julián nos explicó que es una tarea de mucho riesgo porque tienen que hacerlo teniendo en cuenta la marea, ya que el agua puede llegar a subir hasta dos metros, también tiene que cubrirse todo el cuerpo para evitar ser picados por arañas venenosas que viven en los manglares y evitar también las raspaduras y cortes con las ramas y raíces de los mangles, heridas que se infectarían fácilmente por estar en contacto con el lodo de los manglares. Así que la próxima que coman un rico cebiche de conchas negras acuérdense de lo que cuesta extraerlas.

Pequeños mangles en crecimiento. Al subir la marea, los troncos y raíces quedan sumergidos.

Cangrejo araña.

Un pescador de conchas de abanico esperando la marea baja para empezar su faena.

Llegar a la desembocadura del río fue decepcionante porque ni siquiera pudimos llegar. Julián nos explicó que para ir fuera de la bahía se tenía que tramitar un permiso con la capitanía y que por ese motivo no nos podíamos acercar mucho a donde estaban las olas. Lo único que pudimos notar fue que las olas del mar no revientan en la playa (islas), sino que mueren justo cuando se encuentran con el agua del río.

Luego seguían las islas del Amor y la Hueso de Ballena, cada una con su respectiva leyenda. El tour incluía bajar en alguna de ellas ya sea para estar un rato en la playa o para comer en los restaurantes. Ninguna de las dos opciones nos convenció. Lamentablemente, las playas de estas islas se veían sucias, botellas y bolsas de plástico, envolturas de golosinas, cáscaras de frutas, etc.  No era mucha la cantidad, pero malograban el paisaje. Además que el ambiente de los restaurantes era muy bullicioso, música a todo volumen que salía de de los restaurantes, ideal si desean hacer fiesta, pero nosotros buscábamos relajarnos. Pasamos de largo y tomamos rumbo hacia la bahía.

Lástima que no pudimos llegar hasta donde están las olas.

Esa es la playa en la isla Hueso de Ballena vista desde la bahía, al otro lado está el mar.

Nos dirigíamos al muelle, el paseo ya había finalizado y el recorrido por los manglares me pareció muy corto, más de la mitad del tiempo la habíamos pasado recorriendo la bahía. Así que directamente le pregunté a Julián si esos eran todos los manglares porque no se parecía en nada a lo que presentaron alguna vez en la televisión. Nos explicó que hay muchas zonas de manglares en Tumbes,  la de Puerto Pizarro es la más turística y accesible, y que el verdadero Santuario de los Manglares, los que vimos por la televisión, estaban unos cuantos kilómetros al norte, justo en la frontera con Ecuador. Eso fue una mala noticia porque uno genera una expectativa de lo que va a conocer que finalmente no concuerda con la realidad. Creo que sería bueno que nos explicaran eso antes de tomar algún tour.

Al llegar al muelle pudimos ver el efecto de la marea baja, mucho barcos y botes ya estaban sobre el lodo casi seco, lamentablemente no podríamos quedarnos y esperar a ver la bahía completamente seca. El viaje debía continuar sólo que ahora con un pequeño cambio de planes ya no continuaríamos hacía el norte y dejamos a Ecuador para otra oportunidad. Decidimos ir al sur, de regreso, pero entrando a todas las playas que nos provocaran.


Este barco quedo en tierra. Al fondo también se ve que va quedando todo seco.

Este mirador tiene su encanto, una vez arriba puedes ver a la aves volar frente a ti.



Puerto Pizarro nos encantó. A pesar de ser un pueblo chiquito que se puede recorrer completo en 15 minutos, demostró estar lleno gente de muy amable y dispuesta por hacerte sentir bien, además tiene un gran potencial turístico. Este es un lugar totalmente recomendado para descansar y tener un encuentro íntimo con la naturaleza.


Aquí les cuento nuestra experiencia para llegar a este puerto.

Puedes ver más fotos en el álbum de Facebook

Por: Jorge David Cachay Salcedo

3 comentarios:

  1. me encanta puerto pizarro

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    1. Sí Puerto Pizarro tiene mucho que ofrecer; pero lo que más me gustó fue el trato de su gente.

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  2. PUERTO PIZARRO ES MUY HERMOSO... REALIZAMOS UN TRABAJO DE CAMPO Y FUE LO MAS HERMOSO VER A SU GENTE BRINDÁNDOTE ESA INFORMACION

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